(Un jardín zen
-pecera-
se volcó)

Mi cuerpo es un barril a punto de estallar
las anillas de fierro que me contienen van a partir mis huesos

Piedra
sin posible retorno
(el lagarto viejísimo del tiempo me lame la mirada)

La varilla oxidada de la luz me atraviesa del ano a la garganta

lluvia menuda
de margaritas
el centro de la piel se me derrite

y mi piel de luciérnagas destroza
lento en cámara lenta
todas las comisuras de la boca

miel en la boca del amado bebo
y en los redondos pechos
de la mujer de bronce
me derrito deseo

entre las seis y ciento direcciones
ardo
me consumo en mi cielo
de mujeres-jaguar y hombres-gaviota

te tomo entre mis manos
de ti rodeo mis dedos
y el tiempo sigue sobre mí latiendo