todos los pimientos mueren cuando les cortas las venas
los chiles pican para defenderse de la constancia del verdugo que los asa

(los cestos de mimbre se llevan la palma)

yo siempre quise ser garbancito en la barriga del buey
y tener en el celular un mensaje que dijera
“enestemomemento notepuedoatender estoyenlabarrigadelbuey”

mis primeros padres
eran hermosísimos
y nos llevaban cada noche a una isla distinta

(ahora viven apartados del mundo mundano
hacen yoga y siguen una dieta estricta
a base de contacto corp-oral)

llovían alicias y países de las maravillas
y mundos felices allá por 1984

y con la sencillez con la que pronunciaba “viento”
rugían las letras como si nos devorara la tormenta

y siguió la vida
repuesta del susto porque estaba completa de nuevo

son ya las doce y cuarto:
el corazón del buey
pide la palabra
levantando
su diminuta
mano derecha

en una libreta apunta palabras sueltas
albornoz, venado, tlayuda
nube, marimba, tejado
sopa palma marea

antes de ser corazón
mi corazón fue árbol
extendiendo sus raíces debajo de la tierra
haciéndola girar

huele a chocolate caliente
y pan recién horneado
alrededor del corazón del buey
sus muertos celebran el desayuno

y su mamá le dio un beso
justo donde le dolía
y desde ese día creyó
que mamá era una maga
que curaba con el poder
de su labio

“fui a buscar margaritas”
“me agarró la noche y me llevó con ella”
“trabajo de monstruo del armario y llego tarde”